Así comienza todo. En mi caso, el principio del fin. La ley de vida más básica: nacer, crecer y morir. En ese crecimiento tomamos y tomaremos decisiones que marcarán nuestras vidas. Y no tienen por qué ser grandes decisiones. Todos y todas pensamos que estudiar una cosa u otra, un gran puesto de trabajo, mudarse, un gran amor, una gran pérdida o casarse serán los puntos de inflexión más difíciles de afrontar en la vida. Y no vengo a contradecir esto, sino a darle la importancia que creo que merecen las pequeñas decisiones, tales como empezar a beber alcohol o a consumir cualquier otro tipo de droga. Aquellas cosas que empezamos a hacer sin darnos cuenta.

Y así comienza para mí una historia con final agridulce que empieza con 18 años. Con una infancia y adolescencia más normal de lo que yo creía en un principio, de repente, un crío retraído y aislado en su mundo salió de casa para estudiar como muchos otros. Y hasta los 21 años no salgo de ese patrón de estudiante universitario que sale de fiesta más de lo que debería estudiar. Hasta ahí, todo avanzaba según lo establecido, como el resto de amigos y amigas que tenía a mi lado.

Pero como he dicho antes, las grandes decisiones son difíciles. Y muchas veces preferimos escondernos en lo conocido a afrontarlas. En mi caso concreto, el amor fue el que me hizo entrar de lleno en una dependencia del alcohol. Sí, uno de los sentimientos más bonitos que se pueden tener se puede convertir en la chispa que nos haga volar por los aires cuando en vez de actuar miramos a otro lado y nos tapamos bajo la manta de las drogas.

A partir de los 23 años me bajé del mundo y éste siguió girando sin mí. Visto desde fuera esto puede parecer un poco exagerado, pues logré finalizar mis estudios en el tiempo marcado y conseguí poco después fundar no sin esfuerzo mi propia empresa. Pero si soy sincero, al haber tenido tanto tiempo para reflexionar y echar la vista atrás, todo esto lo conseguí gracias a la inercia y a que los demás tiraban de mí. Y ese es el penúltimo cable que me faltaba por cortar, pero que acabé cortando.